El Hospital San Jorge de Huesca acoge del 20 al 21 de marzo sus XX Jornadas Científicas, organizadas por un comité presidido por Maite Villarroel, quien en la inauguración del evento agradeció “el sorprendente aporte de comunicaciones” y la alta participación en las jornadas, que este año celebran una edición de transición y que en 2020 recuperarán la entrega de premios que ha habido hasta este año. Por su parte, José Ignacio Castaño, gerente de los sectores sanitarios de Huesca y Barbastro, resaltó que las jornadas “están plenamente consolidadas” y que haya habido más de cien inscripciones, más de 40 comunicaciones y más de 30 pósteres.
En la primera jornada, Fernando Marín, presidente de la Asociación Derecho a Morir Dignamente, habló de la “Muerte digna”. En su conferencia, abordó cuáles son los derechos de las personas al final de la vida, al frente de los cuales se encuentra el derecho a la información, en muchos casos no reconocido ya que “todavía existe una tradición paternalista en la relación entre el facultativo y las personas que a veces impide que los enfermos estén informados debidamente. El derecho a no ser informado en principio debería ser excepcional y sin embargo está siendo la regla, y este es un problema que tenemos que solucionar”. Y en él juega un importante papel la familia, “a la que hay que aclararle que este ánimo por proteger al ser querido, a la larga, le va a perjudicar, le va a condenar a una situación de soledad extrema porque nadie habla del tema”.
El segundo es el derecho a elegir entre opciones químicas y rechazar un tratamiento y el tercero, “el derecho a hacer el testamento vital, dejar todo por escrito por si no te puedes expresar”. El cuarto es “el derecho al alivio del sufrimiento y a morir dormido”, y el quinto, “el derecho a la muerte voluntaria”. “Éste es el que nos quedaría pendiente -explicó Marín-. Tú te puedes morir de forma voluntaria si tu vida depende de un tratamiento, porque tienes derecho a rechazarlo, pero no si tu vida no depende de ningún tratamiento, lo que crea una situación absurda en la cual personas con demencia tienen que esperar a tener una neumonía y morirse”, por ejemplo.